La función más valiosa de la literatura es ofrecer deleite y entretenimiento por sí mismos. Su función primaria es estética, la función es la de promover el gusto por la belleza de la palabra, el deleite ante la creación de mundos de ficción.
La literatura es un excelente medio de ofrecer por medio de su lenguaje de símbolos respuestas satisfactorias a la problemática existencial del niño.
Ambas razones justificarían sobradamente su presencia en la escuela, si entendemos la educación como algo más que mera instrucción.
A estos dos argumentos fundamentales podríamos añadirles otros, cuyo sentido pedagógico resulta indiscutible:
- nuevas situaciones y nuevo lenguaje, frases inéditas, formas de expresión amplias y sugerentes;
- aproximación de la escuela a la vida así como al espíritu popular mediante la utilización del folclore;
- restitución del poder de la palabra frente a la invasión de la imagen.
La literatura es un excelente medio de ofrecer por medio de su lenguaje de símbolos respuestas satisfactorias a la problemática existencial del niño.
Ambas razones justificarían sobradamente su presencia en la escuela, si entendemos la educación como algo más que mera instrucción.
A estos dos argumentos fundamentales podríamos añadirles otros, cuyo sentido pedagógico resulta indiscutible:
- nuevas situaciones y nuevo lenguaje, frases inéditas, formas de expresión amplias y sugerentes;
- aproximación de la escuela a la vida así como al espíritu popular mediante la utilización del folclore;
- restitución del poder de la palabra frente a la invasión de la imagen.
- enriquecer el pensamiento del niño y ampliar su experiencia.
- aumentar el vocabulario, estimular su expresión y fomentar la creatividad...
Como dice el profesor Juan Cervera la presencia de la L.I en la escuela exige un tratamiento alejado por completo del concepto de asignatura. No debe ser un objeto de estudio, sino una actividad con múltiples facetas que presupone el contacto con la literatura por vía intuitiva y afectiva. No deben concretarse objetivos evaluables y mucho menos debemos calificar a los niños.
Rodari habla de las nuevas maneras de enseñar a los niños a odiar la literatura (1988) y nos ha hecho pensar sobre el peligro de escolarizar la literatura: "Hay dos tipos de lector, el que lee para la escuela porque es su tarea y el que lee para sí mismo, para satisfacer su necesidad de información o para alimentar la imaginación... De ahí la importancia de que el maestro sepa combinar el estímulo, la información y la sugerencia con el respeto a la libertad y las opciones personales del niño ante sus lecturas.
El adulto ejerce una función iniciativa y mediadora entre el niño y la literatura, desempeña un papel clave en la sensibilización estética y en la apropiación infantil de la palabra poética. De ahí la importancia de la literatura oral. El niño que escucha canciones de cuna y los relatos en boca de sus padres está formándose como oidor y lector, y también en la Educación Infantil y Primaria, donde los contactos del niño con la literatura han de hacerse por vía intuitiva y afectiva, y no de modo intelectual. Los fenómenos estéticos no deben tener nombre sino presencia vivida y ocasión de disfrute y juego educativo. Uno de los caminos más atractivos es el juego, el juego físico con su integración de la psicomotricidad y la diversión que proporciona; el juego verbal, con el descubrimiento de nuevas relaciones y sensaciones que incita a la creatividad.
Así los juegos de raíz literaria, de procedencia extraescolar, contribuyen a la iniciación a la literatura: oír cuentos, contarlos, contemplar el teatrillo de sombras, manejar los títeres, etc. Talleres de dramatización y de creación literaria propician todo tipo de actividades literarias que plantean una dificultad y estimulan una operación que las resuelve: descubrir, completar, adivinar, ampliar, reducir, interpretar dramáticamente... (Cervera, 202-218).
La aproximación lúdica a la literatura es prioritaria en la etapa infantil y primeros cursos de Primaria, aunque no excluye cierta indagación intelectual en los textos realizada de manera esporádica y motivadora y constituye un preámbulo para un posterior acercamiento intelectual, pues esta requiere maduración y capacitación.
La cuestión clave es si la literatura que se les ofrece acierta con los gustos estéticos y responde a las pulsiones psicoafectivas de los niños. Durante muchos años se ha ofrecido a los niños literatura bajo el lema de "instruir deleitando", con libros aburridos y fastidiosos que no perduran porque el niño siempre ha sabido defenderse de las lecturas edificantes, y en cambio perduran relatos antiquísimos nacidos de la imaginación.
Los rasgos necesarios de una buena literatura infantil son:
- algo que no aburra,
- que pueda comprender y ampliar su campo imaginativo y su experiencia;
- que esté concebida con ojos de niño.
- lenguaje adaptado a la comprensión infantil, pero con un tratamiento literario exquisito y que no sea sinónimo de pobreza y obviedad;
- en cuanto a los temas hay mucha discusión: o selección de ellos o libertad total. El niño tiene preferencia de unos temas sobre otros, así prefiere la problemática personal e íntima a la problemática social o externa. Si es verdad que el niño necesita ser protagonista de las historias (Gómez del Manzano)
- una exigencia psicopedagógica es que en el desenlace de los conflictos se produzca la domesticación de lo temible que supone la victoria del bien sobre el mal y el final feliz.
- originalidad del texto mediante la armonía y equilibrio de sus partes,
-la implicación emocional del niño en lo que lee.
- peso de la fantasía, mucho mayor que en la literatura de adultos, como respuesta a su pensamiento mágico.
- ilustración como auxilio del texto, en los primeros lectores.
- vocabulario rico y estimulante no necesariamente asequible, progresión constante del argumento para mantener la intriga, descripciones plásticas breves, uso amplio del diálogo,... (relatos ilógicos, rimas insistentes, nonsense, asonancias divertidas, asociaciones sonoras, palabras nuevas, jitanjáforas,...)
Entre los principios fundamentales no traicionar nunca lo definitorio de la literatura: su capacidad recreativa. Seleccionar cuidadosamente buenos libros, a veces tan difíciles de encontrar como los buenos amigos, y estar al día en lo mejor de la producción y lo que tiene éxito entre los chicos.
Para el último curso de infantil y primeros cursos de primaria, podemos trabajar con pequeños trabalenguas, adivinanzas simples y cuentos muy sencillos. Con esto se pretende despertar el interés y la imaginación del pequeño lector.
" Por un caminito va caminando un bichito. Si quieres saber su nombre ya te lo he dicho"
"Pablito clavó un clavito, sólo un clavito clavó Pablito"
En cursos más avanzados podemos iniciarles en la escritura de poemas. Para últimos cursos de primaria y primeros de secundaria, podemos utilizar cintas de audio con poemas para despertar su interés.
- aumentar el vocabulario, estimular su expresión y fomentar la creatividad...
Como dice el profesor Juan Cervera la presencia de la L.I en la escuela exige un tratamiento alejado por completo del concepto de asignatura. No debe ser un objeto de estudio, sino una actividad con múltiples facetas que presupone el contacto con la literatura por vía intuitiva y afectiva. No deben concretarse objetivos evaluables y mucho menos debemos calificar a los niños.
Rodari habla de las nuevas maneras de enseñar a los niños a odiar la literatura (1988) y nos ha hecho pensar sobre el peligro de escolarizar la literatura: "Hay dos tipos de lector, el que lee para la escuela porque es su tarea y el que lee para sí mismo, para satisfacer su necesidad de información o para alimentar la imaginación... De ahí la importancia de que el maestro sepa combinar el estímulo, la información y la sugerencia con el respeto a la libertad y las opciones personales del niño ante sus lecturas.
El adulto ejerce una función iniciativa y mediadora entre el niño y la literatura, desempeña un papel clave en la sensibilización estética y en la apropiación infantil de la palabra poética. De ahí la importancia de la literatura oral. El niño que escucha canciones de cuna y los relatos en boca de sus padres está formándose como oidor y lector, y también en la Educación Infantil y Primaria, donde los contactos del niño con la literatura han de hacerse por vía intuitiva y afectiva, y no de modo intelectual. Los fenómenos estéticos no deben tener nombre sino presencia vivida y ocasión de disfrute y juego educativo. Uno de los caminos más atractivos es el juego, el juego físico con su integración de la psicomotricidad y la diversión que proporciona; el juego verbal, con el descubrimiento de nuevas relaciones y sensaciones que incita a la creatividad.
Así los juegos de raíz literaria, de procedencia extraescolar, contribuyen a la iniciación a la literatura: oír cuentos, contarlos, contemplar el teatrillo de sombras, manejar los títeres, etc. Talleres de dramatización y de creación literaria propician todo tipo de actividades literarias que plantean una dificultad y estimulan una operación que las resuelve: descubrir, completar, adivinar, ampliar, reducir, interpretar dramáticamente... (Cervera, 202-218).
La aproximación lúdica a la literatura es prioritaria en la etapa infantil y primeros cursos de Primaria, aunque no excluye cierta indagación intelectual en los textos realizada de manera esporádica y motivadora y constituye un preámbulo para un posterior acercamiento intelectual, pues esta requiere maduración y capacitación.
La cuestión clave es si la literatura que se les ofrece acierta con los gustos estéticos y responde a las pulsiones psicoafectivas de los niños. Durante muchos años se ha ofrecido a los niños literatura bajo el lema de "instruir deleitando", con libros aburridos y fastidiosos que no perduran porque el niño siempre ha sabido defenderse de las lecturas edificantes, y en cambio perduran relatos antiquísimos nacidos de la imaginación.
Los rasgos necesarios de una buena literatura infantil son:
- algo que no aburra,
- que pueda comprender y ampliar su campo imaginativo y su experiencia;
- que esté concebida con ojos de niño.
- lenguaje adaptado a la comprensión infantil, pero con un tratamiento literario exquisito y que no sea sinónimo de pobreza y obviedad;
- en cuanto a los temas hay mucha discusión: o selección de ellos o libertad total. El niño tiene preferencia de unos temas sobre otros, así prefiere la problemática personal e íntima a la problemática social o externa. Si es verdad que el niño necesita ser protagonista de las historias (Gómez del Manzano)
- una exigencia psicopedagógica es que en el desenlace de los conflictos se produzca la domesticación de lo temible que supone la victoria del bien sobre el mal y el final feliz.
- originalidad del texto mediante la armonía y equilibrio de sus partes,
-la implicación emocional del niño en lo que lee.
- peso de la fantasía, mucho mayor que en la literatura de adultos, como respuesta a su pensamiento mágico.
- ilustración como auxilio del texto, en los primeros lectores.
- vocabulario rico y estimulante no necesariamente asequible, progresión constante del argumento para mantener la intriga, descripciones plásticas breves, uso amplio del diálogo,... (relatos ilógicos, rimas insistentes, nonsense, asonancias divertidas, asociaciones sonoras, palabras nuevas, jitanjáforas,...)
Entre los principios fundamentales no traicionar nunca lo definitorio de la literatura: su capacidad recreativa. Seleccionar cuidadosamente buenos libros, a veces tan difíciles de encontrar como los buenos amigos, y estar al día en lo mejor de la producción y lo que tiene éxito entre los chicos.
Para el último curso de infantil y primeros cursos de primaria, podemos trabajar con pequeños trabalenguas, adivinanzas simples y cuentos muy sencillos. Con esto se pretende despertar el interés y la imaginación del pequeño lector.
" Por un caminito va caminando un bichito. Si quieres saber su nombre ya te lo he dicho"
"Pablito clavó un clavito, sólo un clavito clavó Pablito"
En cursos más avanzados podemos iniciarles en la escritura de poemas. Para últimos cursos de primaria y primeros de secundaria, podemos utilizar cintas de audio con poemas para despertar su interés.